lunes, octubre 30, 2006

El enganche del caracol (Final #12 & 35)
Soñé que estaba en la casa de Lucía, hace cinco años. Estábamos sentados, viendo una película. Estaba lejos de ella, y Lucía tenía la cabeza apoyada en un cojín. Sin hacer ningún gesto, yo decido ponerme de pie y sentarme junto a ella. No nos besamos, pero nos acomodamos y nos abrazamos. En el sueño no pasaba nada más. No tengo ningún recuerdo de qué trataba la película.
Me despierto agitado a las cuatro de la mañana. Estoy bañado en sudor y desnudo. Junto a mí está el empaque del helado de chocolate que me comí antes de dormir para pasar la borrachera. El helado me ha caído mal, y mientras estoy echado en la cama me duele mucho el estómago y emite sonidos molestos. No quiero pensar más en Lucía pero la imagen del sueño no me deja dormir.
Me pongo de pie y camino por el departamento. Tengo la ventana abierta y desde ahí veo las calles sucias y los automóviles que pasan de cuando en cuando. Me tomo un vaso de agua de caño y boto el envase de helado a la basura. Me vuelto a acostar desnudo en la cama y sueño en que Adriana es lesbiana de verdad y John y yo vamos con ella a México, donde asesinamos a golpes al rey de México, a quien le ganamos una guerra jugando pataditas en la selva (¿hay selva en México?) y el caso es que yo no recuerdo cómo lo asesinamos ni en qué momento, pero tenemos que huir.
Adriana y John cuentan muy sueltos de huesos cómo asesinamos al rey de México, después de que yo le ganara jugando pataditas en la selva. Lo matamos en una cabaña, golpeándolo en la cabeza varias veces con un coco. Y cuando les pregunto que por qué matamos al rey de México, Adriana y John me dicen por favor, que ya estamos 2010, que cómo era posible que todavía existiera un rey de México.
Luego vamos a otro país, en mi sueño, y tenemos que lidiar con un chino actor de cine que pretende algo así como vengar la muerte de aquel rey de México, y es cuando yo les pregunto, somnoliento, a Adriana y a John, si de verdad hemos matado al rey de México, porque yo no lo recuerdo, y ellos me dicen que sí, por Dios, que yo lo sostuve por detrás mientras ellos lo golpeaban en la cabeza con un coco. Y mientras estoy dormido, en mi sueño, yo me puedo recostar en Adriana, que es lesbiana, mientras vamos en una especie de moto al hotel donde nos hospedamos. Y cuando me despierto a mitad del camino, alguien nos está llevando en moto, y yo estoy recostado junto a Adriana, y me sobresalto.
Al instante siguiente es medianoche y estamos en el hotel donde nos hospedamos, no sé bien por qué, y hay un caracol gigante que ha entrado a la habitación y nos amenaza con un par de antenas enormes. Es cuando Adriana me dice que, bueno, éste caracol nos va a matar. Y es el momento en el que estoy más lúcido en mi sueño, y recuerdo a Lucía, a su caracol, y el sueño que tuve con ella, antes de que este caracol gigante se pose encima de nosotros y nos trague.
Fin.